La carta de advertencia no prohíbe mantener la buena relación con los vecinos
Cuando tocan vecinos causantes de molestias de cualquier tipo, se origina un gran problema de convivencia. Las actitudes poco educadas de los vecinos pueden ocasionar problemas que afectan la calidad de vida. Una carta de advertencia puede ser la solución.
Primer intento de hallar una solución
En un primer momento y para proceder según lo establecen las buenas costumbres (aunque la actitud de los vecinos molestos esté muy lejos de la corrección), es una buena idea acercarse e intentar dialogar. Este paso puede derivar en situaciones muy diversas, desde obtener una reacción positiva que incluya una solicitud de disculpas por parte del vecino molesto hasta provocar una postura hostil de su parte. Para evitar un enfrentamiento personal, siempre es posible enviar una carta de advertencia o solicitud de cambio en la conducta del vecino, explicando claramente cuáles son sus hábitos molestos y de qué manera afectan.
Enviar una carta de advertencia o más si es necesario
La primera carta de advertencia puede transmitir un tono amigable y de manifiesta confianza en que la situación ha de cambiar. Si no se observan cambios de conducta, el paso siguiente será enviar otra carta menos suave y más exigente con respecto al cambio en la actitud molesta del vecino. Esta vez, la carta puede incluir una comunicación expresa de que se tomarán medidas legales al respecto, en caso de que continuara haciendo caso omiso de la solicitud. Muchas veces, este cambio en la tonalidad consigue alertar a las personas que no suelen responder según lo indica la buena educación.
La acción de enviar una carta de advertencia es un intento de encontrar una solución al problema de los vecinos molestos. Cada carta enviada sienta un precedente de los hechos, y conviene conservar las copias como documentos probatorios por si fuera necesario, finalmente, establecer una denuncia e iniciar un litigio. Debe ser un último recurso pero, en ocasiones, es inevitable.