Falta simple y falta grave: cuál es la diferencia

Un contrato laboral debe recoger siempre aquellas situaciones que se consideren como falta grave o simple, ya que la importancia de esta distinción es vital para que la relación entre el trabajador y el empleador se desarrolle dentro de unos márgenes legales bien establecidos.

¿Qué es una falta grave?

El derecho laboral recoge que cualquier negligencia de los trabajadores puede ser considerada como falta grave o simple sin mayor especificación al respecto. Por ello, es necesario que el convenio laboral de cada sector o el contrato particular de cada empleado hagan explícitas aquellas situaciones que pueden ser consideradas como objeto de sanciones económicas o de cualquier otro tipo. Eso sí, la definición de estas faltas nunca puede vulnerar los derechos del trabajador. También debe quedar claro que, si las posibles situaciones se producen por un deterioro de las condiciones laborales, se anularán los castigos expresados en el contrato.

Posibles consecuencias

Las consecuencias pueden variar bastante dependiendo del acuerdo al que se haya llegado. La repetición de una falta grave o cometer una acción que se considere como muy grave puede acabar con el despido justificado del trabajador, así que no conviene perder de vista las condiciones pactadas con el empresario. También suele ser común una reducción del salario como contraprestación o la imposición de una situación de suspensión de empleo o sueldo durante unos días. Por su parte, una falta simple no conlleva nunca el despido del trabajador, ya que su relevancia suele ser mucho menor.

Diferenciar entre una falta grave y una leve o simple es algo esencial para que una relación laboral se desarrolle de forma adecuada. Así, todo ello debe quedar recogido de forma explícita en el contrato de trabajo o en los anexos del mismo para que el empleador y el empleado dispongan de una herramienta eficaz con la que aclarar cualquier situación.