Ser un manitas ahorra la necesidad de recurrir a un fontanero
Ser un manitas es toda una suerte. Prescindir de diversos servicios muy costosos para emprender reparaciones en casa por uno mismo es siempre una excelente idea, aunque cabe la posibilidad de que sucedan problemas inesperados a los que hay que adelantarse.
Ahorro por ser un manitas
Todos los años son muchas las personas que tienen que recurrir a un profesional como un fontanero o un electricista para hacer pequeñas reparaciones que suelen tener demasiada importancia. Esto se debe a que no siempre nos damos cuenta del poco esfuerzo que conllevan algunas tareas de mantenimiento del hogar, lo que hace que ser un manitas se convierta en una importante fuente de ahorro. Se trata de abordar pequeñas reparaciones que no conlleven una gran responsabilidad, ya que siempre habrá tareas que hayan de ser asumidas por expertos a fin de que no se produzcan accidentes de toda índole.
¿Qué hacer en caso de accidente?
No es nada extraño que al iniciar una reparación de este tipo se produzcan daños a terceros debido a la inexperiencia. Esto no debe quitar las ganas de ser un manitas, pero sí que obliga a emprender las acciones oportunas para reparar los daños causados. El primer paso es contactar con el vecino perjudicado y hacerle entrega de una notificación de daños causados por la realización de obras. Este documento sirve para reconocer el daño y también para que el vecino no trate de incluir detalles que nada tienen que ver con tu imprudencia, por lo que es una garantía para ambos en caso de conflicto.
Ser un manitas está lleno de ventajas, aunque también hay que asumir que los riesgos existen por la inexperiencia. En caso de dañar la propiedad de un vecino, hay que emplear un documento que firmen ambas partes para que el problema quede perfectamente delimitado y se aclare la responsabilidad que cada uno tiene, algo que evitará futuros imprevistos.