Incremento de capital: atención a las directivas demasiado vinculantes de los inversores
El incremento de capital es una herramienta al alcance de aquellos empresarios que quieren hacer que su negocio sea más atractivo. Sin embargo, a veces los acuerdos alcanzados resultan demasiado restrictivos, algo que debe vigilarse de cerca para no causar problemas.
Cuándo realizar un incremento de capital
Es fundamental fijar los objetivos que tendrá el incremento de capital para que este resulte provechoso al máximo. El crecimiento empresarial es uno de ellos, ya que las nuevas acciones emitidas pueden elevar el nivel de liquidez, la capacidad para emprender proyectos más ambiciosos y, por lo tanto, el atractivo de la empresa para posibles inversores o compañías crediticias. Todo ello se produce por un bien para la compañía, por lo que es necesario llegar a un acuerdo entre socios en el que se especifiquen todas las condiciones del aumento de capital para que este esté sometido a la voluntad general.
Detalles legales
Eso sí, el incremento de capital tiene siempre límites legales que no hay que dejar de lado. Al margen del acuerdo entre socios, hay que poner un límite las condiciones que los nuevos inversores pondrán para realizar su aportación. Es decir, un crecimiento del capital que esté unido a unas cláusulas demasiado restrictivas para la vida de la compañía en cuestión puede resultar realmente perjudicial para la actividad de la misma. En este sentido, lo mejor es crear unas condiciones de crecimiento adecuadas que no impidan que la financiación resulte un impedimento para la correcta dirección de un negocio.
El incremento de capital se presenta como una de las oportunidades más atractivas para aquellos negocios que van bien y quieren seguir creciendo de forma estable. Sin embargo, esta fuente de ingresos puede venir asociada a directivas demasiado exigentes, algo que hay que vigilar si no se quiere impedir que el negocio se desarrolle por los cauces deseados.